21 Nov Entrevista sobre coaching político en El Periòdic d’Andorra
23 de Junio de 2013
Núria Prenafeta es coach, la profesión de moda que reclaman empresarios, políticos pero también muchas personas en busca de entrenamiento para conseguir una meta que puede tener que ver con el trabajo, o no. El currículum de Prenafeta es impresionante y suma títulos muy diversos, en alta dirección (ie business school de Madrid), en coaching (escuelas universitarias de Madrid y Barcelona) y es miembro de la ICF (International Coach Federation). También tiene un máster en programación neurolingüística (PNL) y es preparadora verbal y mental con estudios cursados tanto en Barcelona como en México y Colombia. Prenafeta se presenta como consultora de habilidades, coach ejecutiva, de equipos, de organización y de políticos, también es entrenadora mental para obtener un alto rendimiento y trainer en disciplinas del comportamiento humano y formadora. Además, también aplica la programación neurolingüística y la hipnosis.
– ¿Qué diferencia un coach de un psicólogo?
-Así como un psicólogo busca el origen de los conflictos en el pasado, el coach parte del momento presente con el fin de establecer una línea de trabajo para que la persona alcance un objetivo. En el análisis del presente se trata de que el cliente se dé cuenta de más cosas de las que veía inicialmente. Todos solemos tener una perspectiva y mirar sólo en esta dirección. El coach a través de una serie de preguntas intentará que la persona amplíe esta visión. La gracia está en hacer entender que la realidad no es sólo lo que ve, sino que esto es sólo una parte de la realidad. La realidad es lo que perciben los sentidos pero está filtrada por la cultura que hemos recibido, por la cultura del lugar donde vivimos y por las propias creencias. De modo que la juzgamos a través de todo esto, lo que también hace que podemos llegar a unas conclusiones que a veces son lo más alejadas posible de la realidad de las otras personas.
– ¿Los conflictos siempre son con los demás?
-Siempre juzgamos a los demás por su comportamiento ya nosotros mismos por nuestra intención.
– ¿Hacer coaching político no es un poco arriesgado hoy en día?
-Los políticos tienen mala imagen pero también debemos pensar que tienen una gran responsabilidad. La democracia se basa en la representación de la ciudadanía a través de unas personas que llamamos políticos.
– ¿Parece que se han ganado la mala imagen, no?
-Ha habido temas de corrupción, de abuso de poder y muchas otras cosas, como financiaciones ilegales … Y lo que hacemos los humanos es generalizar. Sólo que haya un caso en cada partido político, y es cierto que últimamente fuera de Andorra hay muchos, pensamos que todos los políticos son unos ladrones y estamos cometiendo una injusticia porque esto no es así.
– ¿También hay políticos honestos?
-Los que conozco son personas que se han puesto en política con la voluntad de servir a su país. Tanto los que conozco en Andorra como los que conozco fuera. Esto no quiere decir que todos sean buenos políticos y vayan con buena fe. Hoy ser político, con la crisis que padecemos, es difícil. Y si encima, los tratamos de ladrones o de personas poco honestas, creamos una desafección entre los ciudadanos y los políticos que complica aún más su trabajo.
-Lo que tiene un coste.
-Tiene un coste personal y un coste político. Sólo vemos la imagen pública, que es lo que nos importa y lo que tendemos a criticar. Cuando un político hace algo bien hecho no hablamos mucho. En cambio, se comentan más los errores.
– ¿Esto no lo hacemos con todo el mundo?
-Debemos tener en cuenta que el perfil de un político siempre refleja los valores de la sociedad. Si un ciudadano dice a otro «no me hagas factura que me saldrá más barato», o «cobra en negro» para evitar pagar impuestos … ¿Si hace esto a nivel particular qué no hará cuando accederá a un nivel de poder más grande? Lo que distingue un político de un ciudadano es que tiene más poder y entonces la corrupción a pequeña escala también se puede convertir en corrupción a gran escala.
– ¿Los ciudadanos y los políticos comparten los mismos valores?
-Por supoesto. Algo tenemos que cambiar desde la base, para que cambien los valores que mueven la sociedad y los políticos. Como coach pienso que no sólo hay que trabajar con los políticos sino también con la ciudadanía, para generar conciencia. Las cosas deben hacerse desde la responsabilidad.
– ¿Sobre todo si eres político?
– ¿Sólo tienes que ser responsable a partir del momento en que eres político, porque mientras seas un ciudadano de a pie podrás ir trapicheando? Esto es una contradicción. Debemos empezar por hacer una autocrítica reflexiva y definir qué queremos como ciudadanos y óomo nos comportamos. Qué exigimos al político y qué nos exigimos a nosotros, si no corremos el riesgo de repetir los mismos errores.
– ¿Y cuál es el papel del coach en una carrera política?
-El papel del coach es hacer que el proyecto político y el proyecto personal vayan de la mano. Porque muchas veces, el principal reto del político es gestionar intereses contrapuestos. Los intereses del partido no tienen porqué coincidir con sus intereses personales. Un empresario puede tener que tomar ciertas decisiones que van en contra de su empresa o actividad. También puede ocurrir que determinados valores personales choquen con los intereses del partido o de la sociedad, en temas como el aborto o el matrimonio homosexual, de los que tanto se habla (en Andorra). Estas contradicciones internas o quiebres, se deben saber manejar.
– ¿Hay cosas irreconciliables?
-Lo primero que hay que hacer es cuestionarse. ¿Estoy dispuesto a renunciar a mí para el bien del partido? ¿Y el bien del partido es también el bien de la sociedad? ¿Cómo puedo defender algo que va en contra de mis valores o intereses? La función del coach es ésta: generar un marco de reflexión que dé al político una visión mucho más amplia, de 360 grados, para que pueda decidir con mayor precisión y sobre todo, con mucha más convicción qué es lo que quiere, uniendo las dos partes, persona y político. Muchas veces lo que ocurre es que el político confunde su persona con el personaje.
– ¿De verdad que el político confunde su persona con su rol?
-La persona es desde que nace hasta que muere, evoluciona y aprende, ahora bien, el político es el que hace, el personaje, y siempre es durante un tiempo determinado. No hará de político toda la vida. Si la persona sólo actúa desde una faceta, puede llegar a destruir su entorno de confianza, la familia y los amigos. La contradicción con sus valores básicos también puede llevarle a una disociación mental, que hará que se aferre al personaje. Entonces se convierte en una especie de fachada sin nada más detrás. Defender un proyecto político sin una convicción profunda, chirría. No es la mejor manera de llevarlo a cabo con éxito.
– ¿Y cómo han de hacer todo esto?
Algo también muy importante para los políticos es gestionar bien el entorno. Y reconocer cuáles son los diferentes ámbitos que afectará a un proyecto político determinado. La semana pasada se presentó las líneas básicas de la ley del juego. Pues, se trata de determinar qué implicación puede tener no sólo en el ámbito de país, sino también en el turístico o en las relaciones con los países vecinos. Hay que definir muy bien todos los ámbitos, qué actores están actuando, qué intereses tienen y ceñirse los muy bien porque no es lo mismo intereses que posicionamientos. Quién sabe determinar el interés que hay detrás de un posicionamiento puede acercarse al otro. Hay que saber hacer y tener un mapa que dé tres vueltas a la esquina.
– ¿Y cómo interviene el coach en este aspecto?
-El coaching genera un espacio de reflexión para que el político pueda ser consciente de todos los elementos que están implicados en el entorno para tomar decisiones. Y también implica un autoconocimiento uniendo el político y la persona.
– ¿Hay algún político que sea político por definición, como persona también?
-No conozco ningún embargo, son personas que son auténticos líderes y que lo saben comunicar. Por ejemplo Gandhi o Winston Churchill, son grandes líderes que han hecho historia, o Martin Luther King que también era un político al fin y al cabo. Su discurso aún pone la piel de gallina a mucha gente, es el discurso más repetido de la historia y es el modelo de lo que debe ser un discurso político, porque toca la parte emocional y la parte argumental desde todos los puntos de vista. Es visual, auditivo, sensorial … Es el político total. El político sólo puede llegar a los demás si puede hablar desde él mismo.
– ¿Y eso se puede aprender?
-Primero debes liderar ti mismo para poder liderar los demás. Cuando sólo se lidera los demás desde el personaje político, hay algo que se deja de lado, como los pilares que sustentan a la persona. Y un político así no se sustenta mucho tiempo.
– ¿Cuál es la trampa?
-Que el poder acabe dominando el político y entre en una dinámica, que llamamos la erótica del poder. Empieza a creer que es más importante que los demás. He visto como en actos públicos, algunos políticos se pelean por estar en la fila cero. Lo que la gente viene a ver es lo que pasa en el escenario no el político, esté en la fila cero oa la primera fila. O el tema del coche oficial, hay políticos que no pueden ir a ninguna parte sin coche oficial. Cuando una persona se considera importante, algo está pasando, porque hay una ruptura entre quién es la persona y que cree que es. Lo que debe hacer el coach es hacerla tocar de pies en el suelo. Nuestra misión es la misma.
– ¿Y esta tarea, la de hacerlos tocar de pies en el suelo, es cada día más difícil?
– Lo que pasa es que el político está rodeado de mucha gente, de aduladores, de consultores …
– ¿Pero no hay también la oposición para hacerles tocar de pies en el suelo?
-No es lo mismo, porque la oposición es vista como el enemigo, el político sabe que va en contra de su proyecto y por lo tanto se pone una coraza y ya está. Seguro que ya ha pasado en algún parlamento que la oposición presentara un proyecto de ley fantástico, pero seguro que no ha pasado nunca que el partido que gobierna le haya dicho que le parecía muy bien: «felicitamos la oposición por esta aportación, ya más y además, añadiremos esto o aquello ».
– ¿O sea que de poco sirve que se discuta tanto?
-Esta es la pena de la democracia. ¿Cuál es la prioridad de los partidos contribuir a hacer sociedad o ganar las elecciones? Todos nos damos cuenta de que cuando faltan dos años para convocar unas elecciones, se mueven una serie de fichas muy rápidamente y se buscan resultados a corto plazo para poder congregar nuevos electores. De esta manera, es difícil que un gobierno, sea el que sea, quiera invertir tiempo y dinero en proyectos a largo plazo, porque como no se valorará no es necesario hacerlo. La rotación cada cuatro años hace que se busque resultados a corto oa veces a medio plazo, en el caso de que se pongan en marcha al iniciar el mandato, pero nunca a medio mandato porque entonces lo que se quiere es volver a ganar. Este es uno de los peligros de la política.
– ¿Entonces la oposición aquí no puede hacer nada para nivelar la cosa?
-La oposición hace de balanza del proyecto político pero no del político, este es el papel que hace un coach y que sólo puede hacer un coach. Porque sabe cómo hacerle ver todo el entorno, que quizás de otro modo le pasaría por alto. Quizás lo vería desde el punto de vista de la estrategia política, pero no desde el punto de vista de la inteligencia emocional, de cómo sentirse en relación con él mismo, lo que le está pasando. Nadie se preocupa de la persona del político.
– ¿Y cuál debe ser pues la prioridad del político?
-La pregunta en política es: ¿Qué es más importante el partido o yo, o contribuir a la sociedad? ¿Cuál es la prioridad los ciudadanos o yo? Como ciudadanos tenemos claro cuál es la prioridad pero lo percibimos? Puede haber casos en que sí y otros en que no.
– ¿Pero en este sistema de clientela, el ciudadano también suele comprar, no?
-El ciudadano suele comprar porque valora resultados. De todos modos, los ciudadanos tenemos una responsabilidad porque cuando pasan estas cosas también es porque nosotros no nos hemos implicado lo suficiente. ¿Cuántas personas se leen el programa político de los candidatos? Esto es sintomático. ¿Cómo queremos pedir responsabilidades a nuestros representantes si no tenemos la responsabilidad de analizar qué nos ofrecen? La reflexión es en ambas direcciones.